jueves, 29 de diciembre de 2016

'Cuchillo de palo', de César Pérez Gellida: bestial

    
    Esta es una pedazo de novela negra. Una trama perfecta en la que se dan cita crímenes, espías, drogas, policías, teorías de la conspiración, prostitución y los todopoderosos miembros de la Congregación de los Hombres Puros.

    Una novela con fuerza, ritmo y muchos golpes de efecto. Una historia con tintes negros, negrísimos, sobre las andanzas de un perdido inspector Ramiro Sancho a través de burdeles de Vigo, trata de blancas en Nigeria y misiones suicidas en Budapest.


    Seguido de cerca por ese grupo eterogéneo de simpáticos perdedores integrados por la bipolar Erika Lopategui, el alcohólico y bigotudo inspector islandés Ólafur Olafsson y el arcángel exterminador Uriel.

    En esta segunda entrega de la segunda trilogía de Pérez Gellida, titulada 'Refranes, canciones y rastros de sangre II', hay de todo y cada vez más bueno. Es adictivo el mundo creado por el autor vallisoletano. Está perfectamente escrito y los personajes cuentan con una personalidad y profundidad admirables.

    Qué gozada contar con este escritor, dueño de un mundo propio, especial y turbio, rico en acción, oscuridad, intrigas y repleto de maldad. 

    El objetivo secundario de la búsqueda, el Cartapacio de Minos, sigue en pie. Gozad de la filosofía en forma de refranes del austero, pelirrojo, flaco y bebedor Ramiro Sancho, un personaje de seis estrellas.

    PD: La primera trilogía de Pérez Gellida, titulada 'Versos, canciones y trocitos de carne', integrada por Memento mori, Dies irae y Consummatum est, también es imprescindible.

sábado, 17 de diciembre de 2016

'Así es como se mata', de Mirko Zilahy: le falta alma

    'Así es como se mata', de Mirko Zilahy: no la he acabado. Tiene un inicio que atrapa, sobre todo, por las misteriosas y brutales muertes que se suceden a lo largo de Roma y por lo atractivo del investigador principal, pero a medida que transcurre la trama, esta pierde fuelle e interés.

    Era una de las novelas que más me apetecían leer y me he encontrado con una buena historia que en su último tercio cae como hoja en otoño.

    También me han aburrido y hasta agobiado las eternas reuniones del grupo investigador de choque en el edificio abandonado. Escenas y diálogos sin peso para la historia. Análisis a lo 'Silencio de los corderos' sin salida ni interés. Poses y hablas cotidianas que, según mi criterio, son huecas y de relleno.

    Creo que a este libro, muy bien estructurado y trabajado, le falta alma. Un asesino en serie tiene muy poco de original. Solo saber el motivo de por qué lo hace. Eso sumado al atractivo personaje principal aguantar la historia bastante...hasta que esta deja de ser interesante. 

jueves, 15 de diciembre de 2016

'Balada de la costa Oeste', de Jean-Patrick Manchette: deliciosa y delirante

    Cuando un oficinista se transforma en una bestia de la guerra es que algo pasa. A Georges Gerfaut le ha mirado un tuerto. Después de escapar del hospital tras socorrer en la carretera a un herido de bala, su vida gris y monótona, de vendedor de electrónica, se transforma en una aventura extraordinaria. En la que el pobre recibirá palos a mansalva sin perder la vida y, mucho menos, el sentido del humor.

    Esta delirante sátira de la modernidad tiene como protagonista a un tipo que podría ser el loco sin nombre de Eduardo Mendoza, protagonista de la saga iniciada con 'El misterio de la cripta embrujada' o uno de los extraños personajes que pululan en 'Cien años de soledad'.

    El humor negro, la trama policíaca, la locura que se instala en la mente del aburrido directivo y los más extravagantes personajes empiezan a mostrarse en una 'road movie' sin explicación dónde lo único que vale es que Gerfaut sobreviva tras ser perseguido por dos cómicos sicarios, muy efectivos, sí, pero que pinchan en hueso con nuestro atolondrado ciudadano parisino.


    Los leñadores portugueses, la bipolar Béa, esposa del proscrito atontado oficinista, el cabo Raguse, los asesinos a sueldo patosos Bastien y Carlo, y los revolucionarios sindicalistas borrachuzos forman parte de un mundo particular y extremadamente atractivo creado por el genial Manchette

     Hay momentos cercanos a las películas de Jacques Tati, Totó e, incluso, las de Berlanga, ó de ciertos pasajes de 'Sin noticias de Gurb'. En definitiva, diferente novela negra, genial y muy recomendable.

sábado, 10 de diciembre de 2016

'El peso del alma', de José María Espinar Mesa-Moles: descomunal

    
    "El grupo RUESCA (ruso, escocés y caribeño) surgió por la constancia de la casualidad. Era una tertulia multidisciplinar, una excusa a la realidad, un grupo de opinión enfebrecida, un círculo hermético, una explosión de amigos, una pausa de soledades, un club de libadores (nunca te preocupe cuánto bebes sino con quién bebes). Llevándole la contraria al gran Conrad puedo afirmar que era un conjunto valiente pero no temerario, audaz sin voracidad y osado sin caer en la crueldad".

    Esta es una obra maestra. Reúne lo más clásico de la novela negra con toques de Juan Madrid, Andreu Martín, e, incluso, Eduardo Mendoza. Es soberbia. No en vano fue galardonada con uno de los galardones más prestigiosos del país: XX Premio Getafe Negro 2016.

    "El ser humano rechaza a sus congéneres y desconfía de manera radical de sus semejantes. Por abrumadora mayoría evolutiva solo piensa en sí como individuo. La solidaridad y la tolerancia tienen cimientos de escarcha.  Somos un castillo de fósforos". 

    'El peso del alma' es novela negra, pero también es poesía y filosofía en estado puro. Magnífica historia de un escéptico excomisario metido a detective privado, gañán, extravagante, descreído y castigador, a la vez que sentimental, duro, leal y justiciero. Un crápula simpático.

    "Fui sin desviarme hacia la secretaria del gimnasio. Allí un policía interrogaba a una chica joven. Era de un basto provocado, de una vulgaridad que denotaba pertenencia miliciana a la clase suburbial. Rubia teñida, azogada como una geisha, con piercing en nariz y lengua. Llevaba una camiseta de tirantes que permitía ver sus tatuajes de simbología oriental (es curioso el desprecio de los analfabetos hacia su propia cultura). Pantalón de chándal y tacones. Rumiaba un chicle. Su fenotipo desbordaba desapego por la evolución". 

    Milton Vértebra deberá investigar quién quiere asesinar al prestigioso neurocirujano Luis Corral, amigo de la infancia -del que todos se burlaban en el colegio-, días antes de que este revele al mundo la existencia de un secreto millones de años perseguido e imposible de desentrañar.

    "Con gusto entraría en sus viviendas y las azotaría, ¡qué vidas desaprovechadas, barnizadas de rencor! El marujeo desprestigia a dignidad humana, desconcha el respeto hacia el prójimo. Siento repulsa por esas zorras de pelo canoso que, rebosadas por la insatisfacción, escupen veneno a cada oportunidad".

    A partir de allí, se cruzarán en escena los amigos extravagantes y escépticos de Vértebra, su primo y glorioso escritor, sus decenas de ligues, sus borracheras interminables en el bar Airiños do Miño con un grupo de seres desfasados y correosos, su descenso a los infiernos...

    "Hay cosas que no se deben ni pensar, porque entonces el hombre se transforma en monstruo. Soy débil pero no depravado, soy pecador pero no demonio, soy un marinero que no un pirata. Soy águila, no cuervo".

    Todo ello envuelto en frases de Marañón, Heidegger, T.E. Lawrence, Teresa de Calcuta, Kahlil Gibran, Séneca, Sinclair Lewis... En una aventura de aires épicos, en una guerra contra el mal, escenificado en un asesino en serie que extrae los cerebros de sus víctimas...

    "-Sí, me restan tres años. Mi única motivación en esta perra es viajar a Santo Domingo y morir allá rodeado de bellas mujeres del color del ébano".

    También hay cierto romanticismo y escenas de lo más surrealistas. Es una historia brutal, sin concesiones, muy negra y tremendamente bien escrita. Cargada de fondo filosófico y mucha sabiduría. Es imprescindible.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

'El carbonero', de Carlos Soto Femenía: cruel y descarnada

"A raíz de los detalles de los que el buhonero me dio cuenta a continuación, Massutí resultó ser, más que un individuo poco recomendable, un ejemplar de la peor calaña. Mallorca, a causa de su insularidad, nunca había sido territorio fértil para los excesos. Una isla cerca a sus habitantes y les pone nombre. Todos se conocen. Por tanto, descollar, en cualquier sentido, solía ser sinónimo de imprudencia.

    Durante las primeras décadas de siglo, el contrabando unió a todos los habitantes de la isla, quien no recurrió a él para vender, lo hizo para comprar. Surgieron redes de distribución fabulosas. Se creó un sistema nervioso. Pero nadie osó levantar la cabeza por encima de las del resto. En Mallorca se delinquía en común, y para que el delito fuera común, debían omitirse los extremos. Y también, por encima de todo, debía haber silencio".

    Este es un libro que está perfectamente escrito. Con una prosa cargada de magia. Nos transporta a las montañas de Mallorca en las primeras décadas del siglo XX. Es una historia de venganzas en un ambiente de 'senyors' y 'pagesos' en una 'possessió' cerca de Caimari.

    "Allí acudían los contrabandistas a retirar los bultos, de noche, a pie, ya que había que desplazarse por caminos impracticables, recorriendo a veces una treintena de kilómetros. Para hacerlo solo se servían de una especie de arnés, el 'pitral', que se ceñía a la frente, reposaba la carga en la espalda y dejaba los brazos libres para sortear los obstáculos o acometer escaladas. Todo se hacía en silencio, en la oscuridad. Sin descollar. Al estilo mallorquín".

 
    Es como si 'Bearn o la sala de las muñecas', de Llorenç Villalonga, se tiñera de sangre y crueldad innecesaria.

    El crimen brutal de la madre del protagonista, Marc, buscará respuesta siete años después de la mano de este carbonero joven. Contrabando, drogas, sicarios y malas personas se unirán en un relato con épica, enraizado en el acervo más antiguo del ser mallorquín.

    "Discreción y silencio. Así había sido siempre en la isla, para bien o para mal, hasta que llegaron los delincuentes de fuera.

       Massutí -el mallorquín era el padre- era de los de fuera. Y los de fuera no entendían, o no querían entender, cómo funcionaban las cosas aquí. Joan March, otro mallorquín, visionario, sin escrúpupulos y de una ambición desmedida, explicaba que los únicos problemas que surgían en la isla eran los creados por los que hablaban de más. También tenía un lema: 'Cada día nace un tonto, solo hay que encontrarlo'".

    La descripción de una Isla que no existe, engullida por el turismo, en sus espacios más duros y oscuros, es perfecta. El amor y el sexo también ocupan -o sobrevuelan- este atípico libro de novela negra. Mallorca es como Sicilia, a otro nivel, pero con la misma crueldad.

    Un libro que en ciertar escenas es tan duro como 'Reservoir dogs' y en otras recuerda al realismo mágico latinoamericano. Muy recomendable por su poder narrativo y por la historia que nunca nos deja atisbar cómo acabará. Misterio y muerte en la Serra de Tramuntana.