He de reconocer que es un buen libro, perfectamente escrito... pero no me ha enganchado, no sé si tiene algo que ver la tradicional frialdad teutona... no sé.
El protagonista de esta historia, en la capital de Prusia en 1931 es el comisario -como si fuera un inspector jefe- Gereon Rath, un ser extraño, que no acaba de llegarme al alma. Demasiado espurio, ambiguo y como atontado. Con su perra en tareas de servicio y su novia Charly metiendo las narices en asuntos policiales.
Por si fuera poco, debe vigilar las 24 horas del día a la puerta de su habitación en un hotel del lujo al mafioso americano Goldstein, investigar a bandas mafiosas locales metidas en una guerra fraticida, buscar a un posible agente asesino de un joven ratero...
Hecho en falta más pasión, vehemencia y entrar en esa época de nazis matones por las calles, comunistas en pie de guerra y judíos en el punto de la diana. Que sí aparecen, pero de soslayo.
Lo siento, es un buen libro, que dejé a la mitad, porque no me ha llenado y si uno no se divierte con la novela negra/policíaca, lo mejor es dejarlo: hay cientos de obras que nos esperan con sus páginas abiertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario