Esta es una novela negra ligera. Con unos asesinatos a descubrir, tipo enigma de Agatha Christie, aderezados con un aroma a novela negra clásica, inspector jefe de Beverly Hills incorporado.
El nisei (estadounidense de padres japoneses) Masao Masuto es algo así como el detective Charlie Crews de 'Life', amante de la filosofía zen y de las tradiciones orientales.
Es más Taggart de 'Superdetective en Hollywood' que el destartalado inspector de Detroit Axel Foley interpretado por un desternillante Eddie Murphy.
Lo cierto es que la obra se lee de un tirón y con cierto interés, aunque no es una joya ni una novele cumbre. Tiene su atractivo, pero se queda a la orilla del río. Si no se lee, tampoco pasa nada.
Lo más atractivo es la forma de trabajar del imperturbable Masuto, la relación con su mujer y con su todopoderoso y más que especial suegro.
Nazis, judíos, joyeros y filatélicos, además de mafiosos de tercera línea, se dan la mano en esta deliciosa -aunque a veces insustancial- obra.
Es como si viviera imbuido permanentemente en Séneca y las 'Meditaciones' de Marco Aurelio. Tampoco lleva arma y es especialista en artes marciales.
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