No en vano, los principales protagonistas, son un grupo de peculiares perdedores, integrantes de la sociedad sevillana que estudia a los fantasmas (sucesos paranormales).
A este concepto se una el salvaje capitán, mano derecha de Queipo de Llano, el virrey de Andalucía, en la triste Sevilla de octubre de 1936. Fusilamientos, sacas, pobreza y persecuciones, además de brutalidad sexual, impregnan la vida de la capital andaluza.
Entre los espiritistas y el brutal militar se mueve Crisanta, una mujer con gran capacidad mental de contacto con los muertos que se verá arrollada por todos los flancos. Deberá hacerse con un tríptico histórico para salvarse de la salvaje Guerra Civil.
La novela tiene mucha intriga, magia y poder. Las aventuras de estos descarriados nos llevan a navegar por la oscuridad del ser humano. Nos hacen sufrir en un mundo en el que no hay reglas, donde la vida no vale nada.
El autor ha sabido conjugar a la perfección lo mejor de la novela policíaca más auténtica con el terror de obras góticas. Hay una casa dominada por seres de otro mundo, hay conjuras militares y de jesuitas, hay sangre, sexo y violencia, y hay poca esperanza.
Una obra dura, profunda, dominada por unos personajes inolvidables. Se disfruta mucho. Se goza al máximo. Golpetazo en pleno estómago.
