martes, 11 de febrero de 2020

'Cielo de plomo', de Ben Pastor: notable alto en una saga de excelente sobre el comandante Martin Bora

    "Desde que éramos niños, no dejaba de repetirnos la importancia de la franqueza. Para él, lo que hago se reduce a espiar, y todo lo que tiene que ver con el término 'espía' a sus ojos equivale a la conspiración, la traición y el asesinato. Le duele pensar que un hijastro suyo haya sido adiestrado para manipular documentos y a personas. Para él, el honor consiste en enfrentarse al enemigo en el campo de batalla; a su modo de ver, incluso la política es tabú para un soldado de verdad".
    
    'Cielo de plomo', el noveno libro de la serie del oficial de inteligencia alemán Martin Bora, es uno de los más flojos de la saga que transcurre durante la II Guerra Mundial. Eso no quiere decir que carezca de interés, todo lo contrario. Si 'Kaputt mundi', 'Lumen' y 'Camino a Ítaca' son excelentes, este último es de notable alto.

    "-Bueno, comandante Bora, creo que fue Goethe el que dijo: 'Lo más alto a lo que puede aspirar el hombre es el asombro'. El sombro entendido como un estado de admiración imposible de superar. Lo Sublime de los románticos, tal vez, que se encuentra tanto en la belleza como en el horror extremos".

    En esta ocasión, Martin Bora, ya comandante, está en Ucrania a la espera de la batalla de Kursk (julio 1943). Malvive en una aldea cerca de Járkov, desde donde deberá interrogar a un general ruso capturado y hacerse cargo de un héroe ruso desertor. Además, deberá investigar las salvajes muertes de niños del poblado de Merefa en un bosque que dicen que está embrujado.

    "Si alguien me pregunta alguna vez qué aprendí en Stalingrado, aunque sea el mismo Ernst Junger, que me lo preguntaría esperando una respuesta sofisticada y abstracta, le responderé: el valor de las migas. De las migas que recogíamos con los dedos después de comer para no malgastar nada y el de las que les tiraba a los gorriones sobre la nieve, simplemente para no sentirme tan desdichado y más allá de cualquier salvación como para no no poder permitirme compartir unas cuantas migas. Nosotros mismos éramos migas, sobras del banquete sangriento de la guerra. Lo mismo da que fuésemos nosotros los que lo empezamos todo. Y si Junger insiste en que le haga un resumen más detallado, le diré: 'Cronos devoró a sus hijos en Stalingrado'".

    En el comienzo del declive de la ofensiva alemana en la URSS, Bora convive con las pesadillas de la batalla de Stalingrado de la que salió con vida, pero no indemne. Asimismo, investiga los fusilamientos de civiles ucranianos y soldados de la Whermacht.

    En un ambiente hostil con los grupos de limpieza de las SS, se las verá con un jefe negligente, un jefe médico sospechoso y un capitán de la Gestapo inútil. Todo ello en medio de un ambiente de guerra decadente, sin apenas medios, y sin ayuda, como casi siempre le sucede a este oficial del espionaje del III Reich.

    Haciendo gala de su sufrido espíritu, estoico y colmado de autocontrol, fruto de su educación militar prusiana, deberá superar las trampas de los enemigos y de sus propios compañeros, y en especial los de la División Leibstandarte Adolf Hitler. Emotivo es su encuentro con su hermano, un capitán de aviación, o los recuerdos de Dikta, su joven y apasionada esposa que le espera en Leipzig.

    Es una novela para los amantes del thriller negro histórico ambientado en la guerra y una golosina para los seguidores del intrépido Bora, mitad militar, mitad filósofo.

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