Tiene de todo. Atmósfera cargada, personajes de vuelta de todo, secretismo, legionarios sangrientos, ambientes exóticos... y una trama con trasfondo histórico sujeta a un misterio que nos atrapa hasta el final.
'El síndrome E' de Franck Thilliez es una obra maestra. Su arquitectura narrativa y sus tramas y subtramas son perfectas. La acción es trepidante y el terror y ambiente negro del libro son absorbentes.
Regresa al ataque el duro -a la vez que tierno- comisario Franck Sharko, originario del norte de Francia, más concretamente de Lille, a investigar la aparición en el margen de un río de cinco cadáveres sin dientes ni manos.
'Shark', además, sufre un tipo de esquizofrenia paranoide que, en vez de dificultarle su trabajo, se lo facilita. Sigue en su línea de avezado policía alérgico a las normas que ya nos deleitó en 'El ángel rojo'.
Una investigación que, por casualidades de la vida, le empareja con una agente de lo más normal, aunque con grandes dotes policiales, llamada Lucie Henebelle.
En la línea de las películas americanas sobre asesinos en serie
Buscan a dos asesinos, uno que rebana cabezas para extraer ojos y cerebro, y otro que rapta, tortura y descuartiza a las víctimas. Dos crueles criminales que van tras un misterioso cortometraje, rodado en 1954 en Canadá, y que provoca la muerte de quienes lo visionan.
El final es inexplicable e inesperado. Una puerta a la oscuridad que anuncia nuevas novelas de la saga Sharko-Henebelle.
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