Cuando un oficinista se transforma en una bestia de la guerra es que algo pasa. A Georges Gerfaut le ha mirado un tuerto. Después de escapar del hospital tras socorrer en la carretera a un herido de bala, su vida gris y monótona, de vendedor de electrónica, se transforma en una aventura extraordinaria. En la que el pobre recibirá palos a mansalva sin perder la vida y, mucho menos, el sentido del humor.
Esta delirante sátira de la modernidad tiene como protagonista a un tipo que podría ser el loco sin nombre de Eduardo Mendoza, protagonista de la saga iniciada con 'El misterio de la cripta embrujada' o uno de los extraños personajes que pululan en 'Cien años de soledad'.
El humor negro, la trama policíaca, la locura que se instala en la mente del aburrido directivo y los más extravagantes personajes empiezan a mostrarse en una 'road movie' sin explicación dónde lo único que vale es que Gerfaut sobreviva tras ser perseguido por dos cómicos sicarios, muy efectivos, sí, pero que pinchan en hueso con nuestro atolondrado ciudadano parisino.
Los leñadores portugueses, la bipolar Béa, esposa del proscrito atontado oficinista, el cabo Raguse, los asesinos a sueldo patosos Bastien y Carlo, y los revolucionarios sindicalistas borrachuzos forman parte de un mundo particular y extremadamente atractivo creado por el genial Manchette.
Hay momentos cercanos a las películas de Jacques Tati, Totó e, incluso, las de Berlanga, ó de ciertos pasajes de 'Sin noticias de Gurb'. En definitiva, diferente novela negra, genial y muy recomendable.
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