Encontré unas anotaciones de 1994-95 sobre dos libros que entonces me impactaron: '¡Happy birthday, turco!' y 'Rakdee con dos es', donde el protagonista es el carismático detective turco-alemán Kemal Kayankaya, creado por el inolvidable Jakob Arjouni.
En breve leeré la tercera novela de la serie, titulada 'Más cerveza'.
En la foto de arriba a la derecha aparece Arjouni, en el tablón de famosos de la ya -y tristemente- desaparecida librería 'Negra y criminal' de la Barceloneta.
De '¡Happy birthday, turco!':
"El aire era como el de una sauna en la que alguien se ha olvidado unos calcetines sucios".
"Detrás del mostrador estaba la hija del dueño, una chica gorda, espléndida publicidad de la mercancía de su padre".
"Era detective privado desde hacía tres años y turco de nacimiento",
"A veces, hasta le divierte a uno este oficio".
"Nos es buena publicidad para un detective privado reconocer que tiene unas cualidades analíticas más o menos subdesarrolladas".
"Nada de superjeque, soy el mandamás del Kebab-King".
"Pasó crujiendo a mi lado, se detuvo frente a un armario y se puso en cuclillas. A través del pantalón del uniforme se dibujaban los contornos de unas bragas estriadas. Me eché para atrás y susurré: 'Vuestro jefe lleva unas braguitas de lo más insinuantes'".
-¿Cómo ha dicho?
He dicho que sería una buena guarra para follárnosla entre los cuatro.
Me volví a ambos lados, sonriendo como un demente a mis guardianes, y lleno de júbilo proseguí: '...follar, follar, follar!'
Y dirigiéndome de nuevo a ella: 'Y yo soy justo el tipo indicado para ello. En mi país la gente me llama Alí el Paloafilado (...)' Le guiñé un ojo: 'Y cuando digo palo, cariño, no me refiero al de la escoba'"
De 'Rakdee con dos es':
"Su zarpa peluda aterrizó en mi hombro. Nos medimos con la mirada. Dos hombres duros en un mundo duro. El uno no podía pagar el alquiler, el otro lloraba porque se le había ensuciado la alfombra de cachemir".
"Una palabra más, poli, y te doy tal cantidad de ostias que no podrás volver a tenerte en pie, ni a sentarte, ni a follar".
"Su tono me recordaba el de esos pedagogos progres que pueden hacer polvo a un chaval y luego echarle del colegio sin dejar de sonreírle".
El cinismo y sarcasmo de Kayankaya son los mejores remedios contra la hipocresía y lo políticamente correcto
En la foto de arriba a la derecha aparece Arjouni, en el tablón de famosos de la ya -y tristemente- desaparecida librería 'Negra y criminal' de la Barceloneta.
De '¡Happy birthday, turco!':
"El aire era como el de una sauna en la que alguien se ha olvidado unos calcetines sucios".
"Detrás del mostrador estaba la hija del dueño, una chica gorda, espléndida publicidad de la mercancía de su padre".
"Era detective privado desde hacía tres años y turco de nacimiento",
"A veces, hasta le divierte a uno este oficio".
"Nos es buena publicidad para un detective privado reconocer que tiene unas cualidades analíticas más o menos subdesarrolladas".
"Nada de superjeque, soy el mandamás del Kebab-King".
"Pasó crujiendo a mi lado, se detuvo frente a un armario y se puso en cuclillas. A través del pantalón del uniforme se dibujaban los contornos de unas bragas estriadas. Me eché para atrás y susurré: 'Vuestro jefe lleva unas braguitas de lo más insinuantes'".
-¿Cómo ha dicho?
He dicho que sería una buena guarra para follárnosla entre los cuatro.
Me volví a ambos lados, sonriendo como un demente a mis guardianes, y lleno de júbilo proseguí: '...follar, follar, follar!'
Y dirigiéndome de nuevo a ella: 'Y yo soy justo el tipo indicado para ello. En mi país la gente me llama Alí el Paloafilado (...)' Le guiñé un ojo: 'Y cuando digo palo, cariño, no me refiero al de la escoba'"
De 'Rakdee con dos es':
"Su zarpa peluda aterrizó en mi hombro. Nos medimos con la mirada. Dos hombres duros en un mundo duro. El uno no podía pagar el alquiler, el otro lloraba porque se le había ensuciado la alfombra de cachemir".
"Una palabra más, poli, y te doy tal cantidad de ostias que no podrás volver a tenerte en pie, ni a sentarte, ni a follar".
"Su tono me recordaba el de esos pedagogos progres que pueden hacer polvo a un chaval y luego echarle del colegio sin dejar de sonreírle".
El cinismo y sarcasmo de Kayankaya son los mejores remedios contra la hipocresía y lo políticamente correcto
Sus chistes corrosivos y su mala leche hacen de él un tipo sorprendente. Su aparente falta de principios choca con la fidelidad total hacia su cliente. Odia a los racistas, ama a las mujeres bellas y dará la vida por solucionar un encargo.
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