Aunque la novela está muy bien escrita, de manera original y diferente, no me ha enganchado. La he dejado en la página 80 tras cansarme de su lentitud y de sus personajes tan decadentes -por no decir tétricos o peripatéticos.
Y es que la vida en Red Hook, un barrio costero de Brooklyn, no es fácil, es triste, gris y tremenda. Sobre todo a partir de un hecho que conmoverá a todos sus habitantes.
Pena me da 'El Maestro', un músico alcohólico que parece alelado; el pobre vendedor paquistaní que todo el día invita y dirige su propio periódico de cotilleo de la zona; Val, la quinceañera que no se acuerda de nada; o Cree, el joven jamaicano que guarda una destartalada barca de su padre en dique seco.
Es un libro que carece de alma, le falta calor. Todo es muy frío y penoso. Todo transcurre como en un tráveling lento y farragoso. Admito que la escritora es muy buena, pero es que prefiero las películas de los Hermanos Coen antes que las de Kiarostami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario