Es cierto que hasta la mitad, es una obra maestra. Sin embargo, desde ese punto y hasta el final pierde fuelle. No puede ser que a los protagonistas les salga todo tan bien.
La obra es original al tratar un lugar tan exótico y desconocido como es Mongolia. Los dos crímenes que investigan el comisario Yeruldelgger y dos ayudantes, la inspectora Oyun y la forense Solongo, están repletos de salvajismo y envueltos en un oscuro enigma.
También hay momentos destacados por el excelente uso del humor, aunque sobresale una especie de exageración o histrionismo en los personajes más propio de las aceleradas películas de chinos karatekas.
La magia y el chamanismo tienen mucho que decir, lo que aporta a la narración un aire fantástico y de rodearse de poderes sobrenaturales.
Hay acción y es buena. Hay misterio y es bueno. Los personajes son perfectos. Pero a mitad del libro ya se ha leído todo lo importante. A partir de aquí no es más que una sucesión de victorias y pequeñas derrotas de unos protagonistas a los que todo les sale demasiado bien. Y eso elimina cualquier atisbo de interés.
Pese a todo, gustará mucho a los amantes del género, ya que las calificaciones de la novela son de sobresaliente para arriba.
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