'Réquiem alemán', de Philip Kerr, es un excelente cierre a una genial -e indispensable- trilogía policíaca sobre la Alemania nazi bautizada como 'Berlín Noir'.
Es esta ocasión, el de nuevo detective privado Bernie Gunther es contratado para demostrar en Viena que un antiguo camarada de las SS es inocente del asesinato de un capitán estadounidense.
Estamos en el año 1948 y la destrucción campa a sus anchas en Alemania, sobre todo en un Berlín ocupado por rusos, americanos, franceses y británicos.
Un mundo donde el estraperlo domina, los abusos de los rusos son excesivos, las mujeres alemanas son denominadas chocolateras (tal es la miseria de posguerra que se venden por una tableta de chocolate americano) y donde los antiguos nazis tratan de sobrevivir usando identidades falsas.
Decadencia y miseria absolutas
En tal ambiente de decadencia absoluta, donde nada es lo que parece y hay más espías que insectos en un hormiguero, el bueno de Gunther deberá jugar a varias manos una partida que parece condenada al fracaso.
Por un lado está su relación con un oficial ex de las SS condenado a muerte y al que pretende salvar; por otro, el coronel ruso de la KGB que parece ayudarle; después, el espía americano que le sigue los pasos; y, al final, una extraña organización de ex jerarcas nazis organizados en Viena bajo el paraguas de la venganza.
De verdad que este cierre a la trilogía de 'Berlín Noir' es brutal como los dos capítulos anteriores y está repleta de muerte, traición, mentiras, doble juego y mala baba.
Es apasionante a la vez que cruel; intensa y esperanzadora; terrible y vitalista. El genio de Kerr nos dibuja un panorama de desolación, aunque abierto a la suerte y bondad de Bernie.
Vamos, que es indispensable.
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