'Ocho millones de maneras de morir', del genial Lawrence Block, es magistral. Atrapa desde la primera página. Nos hace gozar el periplo alcohólico-abstemio-criminal del carismático Matthew Scudder, un ex policía metido a detective privado sin licencia.
Esta novela es magistral. Tiene todo lo mejor de la novela negra más clásica y su ritmo es perfecto. Las andanzas investigadoras de Matt por Nueva York, en plena lucha por la sobriedad, hacen que este libro se devore en un momento.
Sin un dólar, le contrata una prostituta para que la ayude a dejar la profesión. Mientras, se sucederán una serie de crímenes brutales y el chulo Chance, contratará a Scudder para intentar resolverlos, ante la apatía policial (las víctimas son mujeres de la calle).
En estas estamos con el detective, que vive en una pensión cutre, en su ruta por los tugurios de la ciudad, donde a base de café y más café, intenta despejar su alcoholismo.
Las pistas le costarán un precio elevado, le amenazarán los narcos colombianos y su vida privada se desmoronará por momentos.
El final es inesperado, original. La novela es una obra maestra. Gozamos con este perdedor al máximo. No es ángel ni demonio. Solo una pobre alma en busca de redención y paz de espíritu.
PD: Matt protagoniza una de las escenas más brutales que he leído en este mundo de la novela negra más oscura... buffffff....
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