jueves, 11 de julio de 2013

'Historia de Dios en una esquina', una obra irregular de González Ledesma



   'Historia de Dios en una esquina', de Francisco González Ledesma, es un libro que se divide en dos partes. La primera es genial, trepidante, angustiosa y cargada de mala leche. La segunda pierde fuelle aunque suceda en el mágico Egipto y Méndez sea un Poirot venido a menos.

     El viejo, decrépito y cínico inspector Méndez, al borde del desahucio por parte de sus jefes, investiga el asesinato de una niña autista aparecida en un edificio abandonado de Barcelona, mientras da cobertura a un preso fugado de la Modelo que busca a su hija casquivana, en la búsqueda de un violador y un policía corrupto.

    En este escenario a través del Barrio Chino, Poble Sec y el Ensanche se suceden persecuciones y disparos del Colt 45 de Méndez que data de la Gran Guerra. También asistimos a las sentencias existencialistas del policía, a su vez cargadas de melancolía y añoranza por un estilo de ciudad, entre canalla y señorial, que jamás regresará enterrada por la modernidad de la Barcelona casi Olímpica.


     En la segunda parte, Méndez intenta descubrir quién quiere asesinar a la segunda hija discapacitada de la ciega Pilar, mujer elegante y atractiva, con ese glamour, saber estar y educación prodigiosa del barrio de Salamanca que la convierten en una semiDiosa.

    A pesar de ser una obra irregular, se lee con fruición y es ágil, sobre todo,  por la maestría desplegada en los diálogos por González Ledesma. Además, enseña mucho, de la vida, de la calle, de la gente, de los perdedores, de los ganadores, de los ricos, de los pobres, de los asesinos, de los pobres de espíritu y de los grandes corazones que habitan en la gente del pueblo llano.


    No es solo una novela policiaca, es un libro de filosofía, y nada barata. Se nota la sabiduría y profundidad de pensamiento de su autor, especialista en diseccionar el alma humana.

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