domingo, 10 de noviembre de 2013

'Sendero sombrío' de Dominique Manotti y 'Muerte dulce' de Félix G. Modroño: aburridos

    'Este primer libro de Domique Manotti es una pequeña obra maestra. Rápido, trepidante, no deja indiferente al lector'. Esta aseveración de una publicación francesa es en parte verdad, al menos para mí. No me ha dejado en nada indiferente: porque me he aburrido en exceso y porque lo que parece ser una nueva forma de narrar, es un pestiño inenarrable.

    'Sendero sombrío', de Dominique Manotti, me ha permitido llegar a la página 20 de un, para mí, infumable relato similar al tostón de un amigo plasta. Hay que olvidarse y elegir otro libro. Ni si quiera he llegado a la página en la que se presenta al comisario Daquin. No hay que perder el tiempo en falsas tramas sin interés alguno.

'Muerte dulce', no apasiona


    Si bien 'Muerte dulce' de Félix G. Modroño es otra historia, tampoco me convence. Y es porque narra una historia del siglo XVIII, aunque al leerla parece que estamos en el siglo XXI. El autor no es capaz de trasladar al lector a tan sanguinarios y peligrosos tiempos.

    Además, aunque parece que la intriga tenga su interés, no deja de ser una narración lineal, sin algidez ni momentos de inflexión, todo es como muy ramplón y predecible. Sobre todo la relación de amor entre la novicia hija del investigador Fernando de Zúñiga y el discípulo de éste.

    Esta bien escrito. Para pasar el rato, sin aportar mucho más. Le falta alma, garra y corazón.

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