'Los crímenes azules', de Enrique Laso, empieza con potencia e intensidad, y cuando alcanza el primer cuarto de libro, la historia se ha evaporado. Es una novela policíaca con enigma en la línea de 'El silencio de los corderos', versión hispana, es decir, algo más floja.
Un ambicioso, joven traumatizado y flamante investigador del FBI, Ethan Bush, busca a un asesino en serie en un condado perdido en Kansas. Ha matado a dos jóvenes en un breve lapso de tiempo. Las ha dejado junto a un lago y no hay pistas.
Su equipo, formado por Liz, inteligentísima y su exmante, y unos jóvenes agentes del FBI (personajes totalmente de relleno) aplicarán todas las más modernas técnicas de Quantico para intentar localizar al asesino en cuestión.
Y ahí me quedé. Cierto es que la historia tiene un ritmo muy televisivo, muy de serie de policías y asesinos en serie, pero le falta alma. ¿Por qué? Porque los personajes son más de lo mismo. Son predecibles y, además, los conocemos porque los hemos visto y/o leído en multitud de libros y películas de bajo/medio/alto presupuesto.
Incluso, en algunas escenas se denotan unos diálogos un tanto infantiles y poco creíbles.
Es un libro indicado para quien ama la novela policíaca de enigmas y sin muchas pretensiones, para quien quiere entretenerse con una investigación del FBI en un pueblucho de las profundidades de EEUU donde anda suelto un cazador de chicas jóvenes. Y ya está.
El autor, desde luego, es un crack en su campo ya que ha vendido en redes más de 300.000 libros de esta temática. Algo tendrá, pero no para el tipo de novela negra que a mí me encandila y me hace sentir. ¡A por Ross Macdonald!
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