Quien tilda esta novela de pura adrenalína no se equivoca. Y aún más: es una cachondada negra, negrísima, con el sello de calidad, inigualable e intransferible, de Carlos Meneses Nebot.
"-Me caes bien, Wilson, pese a ser un sudaca de mierda y venir a robar el pan a nuestros hijos".
Esta locura de libro, repleto de acción y de seres locos e inadaptados, está protagonizado por el inspector de Homicidios Víctor Aguirre, un Lew Archer acelerado, deslavazado y salvaje.
"¿¡Una orden de registro!? Me cago en la leche. Lo que me faltaba... Si es que lo digo siempre: ya no hay respeto por la ley y el orden. Aún recuerdo con nostalgia cuando en los puticlubs lo primero que hacían al verte era entrar era prepararte un cubata y ofrecerte la mejor furcia para que te la follaras a gusto y por cuenta de la casa. Y ahora el mamón este me pide una orden de registro. Pero, ¿dónde están la decencia y los buenos modales?"
En el transcurso de la investigación sobre una serie de asesinados con la huella indeleble de los sicarios colombianos, Aguirre se embarcará en una aventura dominada por seres al borde del abismo, ambientes degradados (y degradantes) y acciones ominosas.
"Miré la hora en el reloj colgado en la pared de mi despacho, comprobé que quedaban tre shoras y media para nuestra cita en su queo. 'La justicia y la libertad iban a imperar de nuevo, como en las grandes producciones de Hollywood'".
Ricachones que contratan chaperos, empresarios lanzados a la grabación de 'snuff movies', artistas porno y, en medio, la voraz, drogata y bipolar Sabrina sustentan esta comedia ligera de la novela negra más clásica, adaptada a la realidad.
"Sabrina, ya te tengo.
Sabrina, puta pecadora.
Puerca insolente.
Reina del vicio y del infierno".
Se disfruta de ella y se viaja con la aceleración que Meneses Nebot aplica a todas sus creaciones que no dejan indiferente a nadie. Para gozar de una peculiar novela policíaca sucia, divertida y poderosa.
Ver vídeo de la presentación del libro en este enlace
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