Esta es una novela policíaca deliciosa. Excelentemente ambientada en el Madrid de 1861, castizo, auténtico y repleto de listillos, ricachones, funcionarios y vividores varios. El brutal asesinato de la joven y bella criada de los ricos comerciantes Ribalter dará inicio a una caza policial en la que se mezclan sexo, dinero, poder, deseo, mentiras y ambición.
"-Los que pagan para que otro haga una muerte son peores que los mismos asesinos.
-Hay ciertos grados de maldad en los que me es imposible establecer comparaciones. Pero creo que los que dieron la orden se merecen acabar igual que ese que está ahí tirado".
José María Benítez, inspector de La Latina, es un personaje adusto dotado de cachaza, serio, leal y, sobre todo, incorruptible. Y eso es mucho en la España cainita de 1861 en la que pertenecer a los moderados, progresistas o de la Unión Liberal significa la vida o la muerte, según de qué pie se cojea.
"Madrid, Villa y Corte, ciudad soñada por artistas y literatos de provincia, por hacendados y capitalistas de provincia, por embaucadores y tahúres de provincia. Madrid, babel de ceceos y seseos, de andaluces, catalanes y montañeses, de banqueros, empedradores y amas de cría, de abogados, diputados, libretistas de zarzuela y chalanes. Madrid, coronada villa de ollas repletas, ollas vacías y restos de pucheros trasegados por porteras y criadas desde el piso principal a los sotabancos y buhardillas. Madrid, capital de un reino de tercera categorías que siglos ha fue un imperio, ciudad en la que usureros y mendigos de levita, doctores en jurisprudencia y analfabetos, agentes de bolsa, ingenieros y artistas, viven puerta con puerta o, por mejor decir, trecho con suelo. Es este Madrid de Isabel II una ciudad de contrastes entreverados. Y el distrito sus de La Latina más si cabe".
Es un libro genial. Porque no solo cuenta con una trama genial y con unos personajes deliciosos, sino que describe a la perfección cómo era la capital de España en la segunda mitad del siglo XIX, bajo el gobierno del general O'Donnell. Refleja de manera más que fidedigna las conjuras políticas y el maquiavelismo de un mundo en el que Benítez consigue sobrevivir gracias su pericia como investigador al servicio de la Reina Isabel II.
"De camino al Gobierno Civil, Benítez medita sobre el encargo que le hizo ayer González Cuesta. Si algo ha aprendido a lo largo de sus muchos años de policía es que para poder mantener la independencia frente a la despótica y ambiciosa clase política es necesario disponer de armas. Contra el político que ha decidido enredarte en sus mezquinos trapicheos no queda más alternativa que jugar sucio y pagarle con la misma moneda".
'La cajita de rapé' (Ediciones Maeva) es una joyita de la narrativa negra-policíaca española. Una obra que se disfruta desde el primer momento y no se puede dejar hasta el final. Los requiebros de la acción son inesperados sin dejar atisbar en ningún momento qué es verdad y qué son meras sombras chinescas.
"España sigue siendo hoy, igual que hace un cuarto de siglo, un país de pandillas, banderías y fanáticos. Un país de ciegos que se apalean entre sí por procurarse un pedazo del presupuesto. Un país en el que, a fuerza de repetirlo, no son pocos los que han terminado creyéndose libres".
Hay que leerla, sí o sí. Deja huella esta especie de Sherlock Holmes cañí, un policía íntegro, pero de carne y hueso.
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