Lo mejor de la obra son los personajes, la explicación de cómo vivían nuestros antecesores sapiens y neandertales en la cordillera norte, el por qué de la vida y la violencia, y una escurridiza trama en la que se cruzan numerosas subtramas de perdedores, enfermos, locos y mentes desequilibradas.
Todo ello en un ritmo 'in crescendo' con un final más que poderoso, inesperado y salvaje, como alguno de los jóvenes arqueólogos que todos los veranos trabajan en los más famosos yacimientos burgaleses.
Las relaciones de los investigadores entre sí y con respecto a los jóvenes de Atapuerca, las disertaciones filosóficas del director de la cueva, el pasado, los comportamientos del novio y hermano de la fallecida, y el fracaso del asesinato no resuelto conforman un cóctel que no te permite dejar de devorar el libro hasta su final.
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