'Las hijas del frío' de Camilla Läckberg no se termina nunca. Aunque tiene su interés (por saber quién es el asesino), carece del alma de la verdadera novela negra.
Recibió el premio al mejor libro de Suecia, es decir, debe de ser una buena obra literaria. Pero carece de fuerza y espíritu. No es una historia negra que haga temblar los cimientos de la consciencia. Es un libro más bien policiaco, de investigadores y enigma.
Eso sí, bajo las formas estereotipadas de personas, personajes, matrimonios, parejas... subyace una violencia extrema, esa que tan bien refleja Henning Mankell en sus narraciones -eso sí es calidad- del inspector Wallander.
Desde fuera observamos a los suecos como una sociedad feliz e idílica... y bajo al alfombra, en sus entrañas, es un mundo violento y agresivo. No en vano, las estadísticas de violencia de género en los países escandinavos son tremendas.
En este libro viajan paralelas dos historias: una actual en la que se investiga el asesinato de una niña de 7 años ahogada y con ceniza en la boca, y otra de una mujer que es la maldad personificada entre los años 20 y 50.
Lo mejor son los personajes rotos, la pedofilia cometida por un ciudadano ejemplar, los adulterios por doquier, los hijos que se tienen con varias mujeres, la mentira, el odio... que viven bajo esa pátina de sociedad escandinava casi perfecta que no es tal.
Recomendable para pasar el rato o para lectores ansiosos por iniciarse en esto que se llama novela policiaca, de suspense, o crimen. Correcta. Nada imprescindible. Si no se lee, no pasa nada, absolutamente, nada.
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