Buen narrador, vicioso narrador y entretenido narrador. Con Madrid como un personaje más, Joaquín Leguina teje una historia interesante, cargada de intriga, con algunos puntos de genuina novela negra, y que gusta de leer.
'Las pruebas de la infamia' es la segunda obra protagonizada por el abogado Baquedano, que vive en la mítica Cava Baja, compra churros en Santa Ana, tiene una hija arrejuntada con otra mujer en Aluche, y se ocupa de la defensa e investigación del caso de un empleado acusado de cortarle el cuello a su jefe, constructor y exconcejal, con un cuchillo jamonero.
En la trama se mezcla la corrupción urbanística, con las comisiones municipales, los macarras, los proxenetas, y los sicarios colombianos. Justamente aparece Majadahonda -de donde surge la denuncia del caso Gurtel- y un jerifalte del PP -con otro nombre- que en 2003 era una especie de capo conseguidor en los municipios ricos de Madrid.
Baquedano es un sibarita, vividor y trabajador, amante de las mujeres, de los buenos restaurantes y del programa de Gabilondo, y un loco de los culos... No sé por qué me parece que Leguina tiene mucho de él.
Todos querríamos ser Baquedano por exprimir al máximo la vida rodeado de buenos e interesantes amigos.
La trama negra está bien montada, articulada y desarrollada. Es una novela que se lee con gusto y placer, una obra ligera que deja un buen sabor de boca. Leguina es un narrador muy solvente.
PD: Genial el guiño que hace a alguno de sus autores preferidos como Edwards ('El inútil de la familia'), Chirbes ('Los viejos amigos'), Coetzee ('En medio de ninguna parte'), Vila-Matas ('El mal de Montano'), Chesterton ('El candor del Padre Brown'), Kenzaburo Oé y Agatha Christie ('El asesinato de Roger Ackroyd').
O la burla-crítica al mundo del arte en España, siempre pendiente de subvenciones y enchufes para poder llegar a representar una 'paja mental artística' sobre las tablas.
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