viernes, 20 de abril de 2018

'Ala de mosca', de Aníbal Malvar: negra, negrísima, sin concesiones

    "El Viejo decía siempre que las habitaciones hablan. Sobre todo las de los muertos, porque la mitad de los asesinados pactan su propio matarile en el lecho:
      -No te líes. La gente no mata por dinero ni por poder. Son excusas. detrás de cada muerto siempre hay un coño o un culo. Por eso casi siempre los asesinos tienen polla."
     
    'Ala de mosca' es una novela negra, negrísima. En la línea de las más clásicas de Juan Madrid. Está hecha sin concesiones y su protagonista es un perdedor. El final no es apto para amigos de Walt Disney.

    "-No me sobreestimes -respondió-. Siempre sobreestimas a la gente, y por eso fracasas. Sobreestimar al enemigo es más peligroso incluso que subestimarlo -se metió un trago directamente de la botella-. Bien, con los amigos pasa lo mismo".

    Mezcla a los narcos gallegos, con ricos de Compostela, niños pijas desaparecidas, guardias civiles, historias trágicas y/o tristes, el CNI y alcohol, mucho alcohol.

    "-Llegas con tres décimas de segundo de retraso -le dije-. ¿Has calculado mal la resistencia del aire?
      Gualtrapa me miró sin sonreír. Nunca agradecía un chiste. Consideraba el humor una pérdida de tiempo, un derroche de inteligencia, concentración y saliva".

    Lo que más destaca son los momentos a lo Marlowe o Spade con sentencias absolutas, bañadas por el sentimiento triste del oscuro sentido de la vida.

    "No terminó la frase. No era necesario. La felicidad es difícil de describir. La infelicidad basta con balbucearla".

    Los diálogos son ágiles y contundentes. La historia atrapa. Se van sucediendo los cadáveres en una Galicia tomada por el narco. Mientras, un fotógrafo, Carlos Ovelar, ex agente del CNI 'La Casa', al que no le gusta lo de inteligencia y prefiere la palabra información, un ricachón, casado con su exmujer, le encarga buscar a su hija Ania, de 18 años de edad.

    "Ofelia vivía en un apartamento en Malasaña, vistas al mar de Madrid, borrachos, putas, yonquis y tatuadores, calistos de chirla fácil y cara marcada, agua contaminada en tuberías de plomo, niñas de derechas con bragas de izquierdas, abstractos de humedad y verdín en las paredes, tullidos con esas amputaciones imposibles que solo se ven en Madrid, vendedores de lotería y rubio americano, bohemia que solo unos años más tarde florecería de movida y pela sociata. Había rockeros que nunca llegarían a nada y aspirantes a bailarina que acabarían de putas".

    A partir de aquí se sucederán los crímenes y el ambiente sórdido en una historia en la que es difícil distinguir a los buenos de los malos. Donde hay demasiado perdedor, violencia en exceso y mucha falsedad.

    Un libro muy bueno. Imprescindible para los amantes de la novela negra más oscura, profunda y trágica. Hasta el 23F tiene una parte adjudicada en las sucias manos de los chicos de Castellana, 5.

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