'El chico de las bobinas' es una obra maestra. A la crudeza de la España más sucia, pobre, miserable y triste de los años 45, 47 y 49, se une una trama negra intensa, cruel e impactante; una narración repleta de filosofía vital; y un homenaje al cine de posguerra (John Wayne, Lana Turner, Rita Hayworth, Veronica Lake, Errol Flynn...)
El gran logro de Pere Cervantes es hacer emerger entre tanta mugre, roña y mala gente una luz de esperanza que culminará en un inesperado y emocionante epílogo fechado en 2021.
Esta es una joya de la literatura negra en castellano, es un novelón policíaco y un thriller sobre perdedores que se cansan de ser lo más bajo de la sociedad y se revuelven con orgullo.
Esto va de maldad. No en vano aparece uno de los personajes más despreciables del género: el inspector de la Brigada Político Social Víctor Valiente, un ex guardia de asalto metido a matón. Protagoniza en las mazmorras del Castillo de Montjuic una de las escenas más brutales de la novela negra.
A los malos se añadirán un agente sádico, un ex jefe de la Gestapo y su mujer traficante, y un grupo de soplones de baja estofa.
Como protagonistas, Nil Roig y su madre, Soledad Riera, mujer de un maqui, con gran parecido a Lana Turner. A los que acompañan un variopinto séquito del Poble Sec, unidos por su amor al cine. Porque aquí el cine es otro de los personajes principales. Nil es un niño transportista de bobinas entre cines de Barcelona, que crece a la sombra de su amigo, el proyeccionista Bernardo, quien le hace de padre y protector.
A la trama policíaca se unirán los anarquistas del grupo de Facerías para poner un poco de justicia entre tanto atropello. Todo esto contado en cuatro capítulos dominados por la emoción, el sufrimiento y la esperanza: 1945, 1947, 1949 y 2021. Los tres primeros en una Barcelona devastada, donde impera el miedo y donde los grupos de maquis urbanos luchan contra un Régimen en exceso represivo.
En definitiva, una gozada, a la que se añade la profundidad filosófica de Pere Cervantes, un experto en diseccionar a la perfección el alma humana y mostrarnos qué anida en el interior de todos nosotros cuando lo que nos rodea es purria y fatalidad. Un libro que supura nostalgia, sentimiento y misterio.
Todo esto, sí, por eso no se la puede dejar cuando se la empieza. Pero para mí puede ser una vacuna contra ese resurgir del fascismo/franquismo en nuestro país, ejemplarizado en el tirador sin licencia matando fotos de políticos... y en algunos poíticos que estamos pagando con nuestros impuestos. No dejéis de leerla y recomendarla a los más jóvenes!
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