sábado, 6 de marzo de 2021

'Laberinto griego', de Philip Kerr: una joya más del exinspector Bernie Gunther

"-¿Y de qué se trata ahora mismo?

-De un tiempo a esta parte estoy intentando averiguar por qué Mickey Mouse va en pantalones cortos y por qué el Pato Donald lleva camiseta, pero no pantalón. Y cómo es que Goofy habla, pero Pluto solo ladra. Es un misterio para mí".

Lo mejor de las novelas de Philip Kerr, aparte de su excelente prosa, es la densa filosofía y el humor negro que contienen. 

A veces los endiablados diálogos se pasan de agudos o exageran en demasía por exceso de sátira, pero se trata de una manera de narrar similar a los mejores clásicos del género.

"-Ahora mismo intento limitar las cosas entre nosotros a algo platónico. El único problema es que hacer el amor no resulta tan entretenido.

Garlopis dejó escapar una risilla.

-Tiene toda la razón, señor. No sé quién dijo eso de que una mujer es como una tortuga: una vez que la tienen boca arriba puedes hacer lo que quieras con ella.

-No creo que fuera Zenón.

-No, quizá esté en lo cierto. Sea como fuere, parece usted un hombre que sabe lo que se hace.

-Es fácil incurrir en ese error. El caso es que ya he conocido a otras como ella. Es una granada de mortero con blusa ceñida. Uno necesita casco y un camión entero de sacos de arena para acercarse a una chica así. El truco consiste en estar en alguna otra parte cuando estalle".

En este caso, el exinspector de la Policía de Berlín durante la República de Weimar, el nazismo y la Guerra, metido a vigilante de la morgue en Munich, donde trabaja con nombre falso, será requerido para investigar el hundimiento del barco de un ciudadano alemán en la costa griega.

La intrincada trama es potente y los personajes que aparecen en este año del señor de 1957 son más que atractivos. Desde la preciosa abogada helena a quien le gusta viajar con una Beretta en el bolso hasta el patoso agente de seguros de Atenas, aliado de Bernie en la investigación sobre la goleta hundida.

"-Esa es una de las cosas que se aprenden en esta vida. A veces son las personas más agradables las que hacen las cosas más terribles. Sobre todo, en Alemania. Junto con los japoneses, prácticamente tenemos el monopolio de los genocidios muy amables, muy considerados. La gente siempre se sorprende de que nos gusten también Mozart y los niños pequeños".

En Atenas, precisamente, se darán cita policías, excapitanes de las SS, agentes del Mossad y escondidos tesoros robados durante la Guerra a los masacrados judíos de Tesalónica. Traición, mentira, falsedad y crímenes dominan la escena de tragedia griega.

Hasta la Stasi tendrá su espacio en una novela más que buena con un inicio potentísimo, que baja en pistón en el tramo final, donde Bernie se come demasiado la cabeza, pero finaliza con esos fuegos artificiales que solo podría lograr un malogrado genio como es Kerr.

Una gozada para los amantes de la novela negra, la filosofía, el amor, la acción, los espías, los perdedores y el escepticismo más barroco.

"-Usted no es un hombre culto, Bernie, ¿verdad? Me refiero a que tiene su Abitur, pero no fue a la universidad. De haber ido, sabría que es intelectualmente respetable ser cínico. Es la única manera de ver las mentiras como lo que son. Si uno no se toma  las cosas con cinismo, más le valdría renunciar a la vida.

¿Cree que soy cínico? Soy un aficionado en comparación con lo que hacen los gobiernos. Esos hombres respetables, nuestros líderes, son los mismos líderes, los mismos hombres que propiciaron la guerra en la que murieron 50 millones de personas. No son nunca los cínicos los que empiezan las guerras, sino los virtuosos dotados de firmes principios. Adenauer, Karamanlis, Eisenhower y Eden, los líderes del mundo libre, pero es esa misma mentira de siempre llamada democracia". 

No hay comentarios:

Publicar un comentario