Este es un libro repleto de chorradas. Que tienen gracia. Pero después de 300 momentos graciosos, uno se cansa. Acabas agotado por saturación y aturdimiento.
Es como si pones a Eduardo Mendoza a 45 revoluciones por minuto. El autor, Manuel Manzano, dice que su humor es cercano al de Ibáñez. El cómic aguanta mucho mejor este desbarre en grado máximo.
Manzano es un tipo tremendamente divertido e ingenioso. Pero cuando tanta caricatura se extiende en el tiempo provoca saturación.
Algunos de los protagonistas: Boris Beria Fuensanta, Daniel Perestrello Nepomucena, Eutrapia Exodista Eumitiana...
No me convence este "nuevo caso de Boris y Nicodemo, los detectives más patanes del thriller contemporáneo".
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