lunes, 12 de noviembre de 2018

'Yo, detective', de Rafael Guerrero: entretenido y profundo

     "Y según estudios científicos rigurosos cada uno de nosotros miente una media de siete veces al día, principalmente a sí mismo. Es la mentira, por tanto, un componente endógeno de nuestro comportamiento, si no el principal bastón para sobrevivir".
    
    'Yo, detective', de Rafael Guerrero es un libro entretenido y profundo. Narra las vicisitudes de su 'alter ego' por India y Madrid en dos casos que lleva al unísono: una mujer con dinero amenazada de muerte por su marido y la desaparición de un joven de Salamanca en Nueva Delhi donde debía casarse con su novia india.

    "-No debe ser muy complicado deshacerse de un fiambre en un país con una tasa de mortalidad del 7,3 por mil. -Guerrero había estudiado a conciencia los datos que Ramiro le facilitó.

       -Ni siquiera es complicado deshacerse de un vivo en un país con más de mil trescientos millones de almas.

       -¿Por qué sois tantos, Ajit?

       -Por el jengibre, es un afrodisiaco y fertilizante potentísimo.

       -Os quedáis preñados con un simple parpadeo.

       -A veces ni siquiera es necesario eso, nos autopreñamos

       -Me asustas.

       -Advertido quedas, Rafa."

    Lo que más me ha gustado han sido los capítulos finales. Divertidos, cargados de filosofía vital, cinismo, excepticismo y humor. Hay algo de Mendoza y Salem en el tramo final.

    "Los viajeros presentaban una aspecto deplorable: sin afeitar, con ojeras, bolsas bajo los párpados e irritación ocular tras muchas horas con la mirada fija en la carretera, conduciendo sin descanso (...)

      -Necesito una ducha, un paracetamol y jubilarme. No en ese orden obligatoriamente -Rafael Guerrero no tiraba la toalla porque carecía de ella, aunque gas las tenía todas".

    Lo que menos me ha gustado ha sido el exceso de rudeza o frases de estar de vuelta de todo que aparecen en la primera mitad de la obra, como si Guerrero fuera Jason Statham (y me mola mucho este ahostiador profesional); y demasiada narrativa introspectiva de la mujer acosada.

    "El ser humano, en su evolucionada complejidad, conserva un puñado de hábitos que lo reconfortan sobremanera: dormir, comer, fornicar, bañarse, sonreír, evacuar, tocar, romper cosas y criticar a sus semejantes. Con tan solo uno de ellos cualquier individuo está en disposición de alcanzar un grado de felicidad aceptable, sobre todo si se lo han negado repetidamente o se ha aguantado por exigencias de las normas sociales y de convivencia. 

      La conjunción o combinación simultánea de algunos -la totalidad es biológica y mecánicamente imposible- haría que el concepto de Nirvana palideciese a su lado".

Filosofía, estoicismo y humor negro

    Sin embargo, me ha encantado la carga de pensamiento profundo de la obra (está repleta de sabiduría) y sus toques entre estoicos, de sorna total y descreimiento absoluto.

    "-Bienvenido, Rafa. Temía que el Oriente te hubiese alterado el carácter y no supiera cómo tratarte.

       -Anda y que te jodan, Ramiro. No me calientes la oreja que vengo fino.

       -¿Lo ves? Así da gusto: eres el mismo que marchó o incluso peor. Científicamente tienes la misma sensibilidad que un impermeable, de ahí que nada te perturbe porque naciste perturbado".

    La narración de la vida real de un detective privado en dos casos que parecen ser reales -aderezados por literatura- es muy interesante. 

    Se trata de una obra diferente, con otra óptica y en la que el propio investigador describe su casi muerte en India, un lugar terriblemente complicado, repleto de policías corruptos y una poderosa mafia. Los personajes orientales son para enmarcar. Y el ayudante de Rafa o su novia, también.

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