"-¿Has probado alguna vez el muesli, niño? -La Grande, que vuelve a tratarle de tú y a llamarle 'niño', pues es lo que hace cuando quiere martirizarlo.
-No, mi teniente.
-Pues no lo hagas. Es una puta mierda, el muesli. Es como si vaciases el contenido del triturador de papel en un bol y te lo comieses con leche. Con leche desnatada, por supuesto, que es agua teñida de blanco. Pues eso es el puto muesli. Intentan darle algo de sabor añadiendo pasas, lo cual sería una buena idea si no fuera porque no encuentras más que una mierda de pasa en cada quinientos kilos de cereal. Muesli. Es muy saludable para el cuepo. Y, para el alma. ni te cuento".
'El porqué del color rojo' es un novelón. A la trabajada trama negra, negrísima, se le unen unos personajes atractivos y con gran carga emotiva, una narración literariamente perfecta y una acción poderosa.
"Materia prima. Sencillez. Así somos aquí. No tenemos complejos, como los vascos, toda su vida tan preocupados por dejar de ser españoles que acaban por convertirse en franceses. Aquí, en La Rioja, somos honestos. Y eso nos convierte en perdedores naturales".
A todo ello se le añade un humor socarrón, políticamente incorrecto y tocado de mala leche. El personaje del párroco que ayuda a los inmigrantes en la vendimia es de premio. Y sus intervenciones son de órdago. Viva el padre Borobia!
"-Es la estación más bonita de todas -comenta el padre Juan Borobia-. Es el milagro de la química, cojones. La naturaleza empeñada en emborracharnos, para que dejemos de dominar nuestras conductas y seamos menos civilizados durante unas horas. El vino, con sus millones de putos matices, con el refinamiento, con sus enólogos y sus ingenieros y sus catadores...
¿No es paradójico que algo tan civilizado sirva para ser menos civilizados cuando bebemos? Pues no, no lo es, no es paradójico. Lo más civilizado de este mundo es renunciar un rato a la civilización, porque el aburrimiento es propio de la civilización: el hombre de aburre. Se aburre y al aburrimiento hay que ponerle freno. El vino sirve para eso, hostias, para escapar de nosotros mismos"
En el libro, ambientado en Calahorra en época de recogida de la uva, se dan cita tratantes albaneses, ilegales de Rumanía, terratenientes, radicales islámicos, terroristas de ETA y la Guardia Civil.
Divertido, duro y potente
"-Yo llevo veinte muertos. Pero no asesinatos. Yo no asesino. Yo ejecuto. Para ejecutar hace falta valor y una causa, porque de una ejecución uno no saca ningún bien. Para asesinar solo hace falta ser ambicioso".
A la Benemérita pertenece 'La Grande', la teniente jefe del cuartel, anteriormente destinada al País Vasco, y casada con otro de los personajes llamativos, Bernard. La teniente Lucía lleva el peso de la historia. Es más que corpulenta, tiene muy mala leche y salidas de tono de campeonato.
Con un grupo pequeño de guardias civiles deberá investigar el asesinato de un bracero en pleno campo de vides. Ahí se mezclarán todas una serie de subtramas a cual más jugosas. 'El truchas', juez de la zona; y 'El rosarios', el forense, son otros de los agentes, junto al sargento Campos, Suárez, Marquina, Artero y Ramírez.
Un pedazo de libro. Divertido, duro, potente, poderoso... engancha desde el primer momento.
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