'No hay salida', la cuarta entrega de la saga sobre la inspectora irlandesa Lottie Parker, de la maestra del thriller Patricia Gibney, es inquietante, en la línea de toda esta serie, aunque sin alcanzar el nivel superior de la primera novela, 'Los niños desaparecidos'.
En esta ocasión Parker, madre de tres hijos, deberá compaginar su caótica vida personal (flirteos con su compañero de trabajo) con la desaparición de una joven después de bajar del tren en Ragmullin.
A esto se unirá la aparición del cuerpo de una mujer junto al campamento nómada, un hecho que despertará entre los gitanos la leyenda de las 'banshees' (hadas heraldos de malas noticias).
Por si fuera poco, se cumplen diez años de la desaparición de otra joven, de una extraña y violenta familia del pueblo.
La fuerza de esta historia está en su oscuridad. Y en que el personaje principal, Lottie Parker, es al ciento por ciento, una persona de carne y hueso como el resto.
Es una anti-héroe que, pese a odiar a su tiránico jefe, no le responde; que pese a sufrir presiones por todos lados, no responde violentamente... le salva su tremendo instinto policial y una increíble capacidad de resistencia.
La narración nunca deja entrever quién es el culpable del mal en esta pequeña localidad de 20.000 habitantes. Un lugar sobre el que parece haber caído una maldición.
En definitiva, sigo disfrutando de esta maestra del thriller policíaco con toques sobrenaturales que es Patricia Gibney.
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