"-Uno tiene sus principios, Sheriff. Ni putas ni drogas ni guarrerías. Este es un negocio decente.
(...)
El Cosa Nostra era un pub dmininuto y sucio situado en la parte trasera del puente del metro de Aluche, lindando con el barrio de Campamento".
'Plato de mal gusto', de Álvaro Aguilera Fauró, es una novela que se disfruta, es bastante negra y supura ambiente castizo.
La historia de Palacios, un sicario de Las Águilas que quiere dejarlo, pero no puede, centra la narración. Hay salvajismo y crímenes horrendos. Y hay humor. Al estilo del más corrosivo y surrealista Eduardo Mendoza.
"Aquella tipa los llevaba bien puestos. Tenía miedo, pero eso es algo normal cuando alguien te apunta con un arma, te da un par de golpes y te ata a una silla amenazándote de muerte. palacios pensó que era una chica fuerte y que tal vez se trataba de una de esas pocas personas que podía amar a alguien y serle leal sin obtener nada a cambio".
Tiene puntos muy buenos como las secundarias azafatas del Bingo de Usera; Marcial, el panzudo dueño de un infecto bar en un callejón entre Rafael Final y General Fanjul; o la cacatúa del mejor amigo del protagonista.
"-Mucha gente cree que todos los mendigos son esquizofrénicos, yonquis o borrachos... y es cierto que muchos lo son. Otros son verdaderos cerebritos que se han dado cuanta de que la vida es una mierda y pasan de pelearse con el mundo. Y otros, como yo, eran buenos ciudadanos, contribuyentes ejemplares, que lo perdieron todo por un motivo u otro, que tuvieron mala suerte y se quedaron sin fuerza para volver a tirar del carro".
La novela es negra, negrísima, y se disfruta al máximo en el periplo del asesino a sueldo a la búsqueda de un dinero para abandonar este mundo. La aparición del vagabundo Rufi, amante del Vega Sicilia, aportará su gracia a este libro que hará las delicias de los amantes de lo policíaco.
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