'No hay luz bajo la nieve', de Jordi Llobregat. Regresa otro genio de la novela negra e histórica, una manera de sumergirnos en ambientes sórdidos con historias llenas de garra y protagonistas de primer nivel. Llobregat lo ha vuelto a hacer. Se ha superado a sí mismo cuando parecía que no podría mejorar esa pedazo de novela negra, negrísma, titulada 'El secreto de Vesalio'.
'La danza de los tulipanes', de Ibon Martín. Esta novela me ha impresionado. Quiero leer más del escritor vasco. Tiene un inicio muy poderoso, un desarrollo que nos va atrapando como en una tupida tela de araña y un final inesperado y de impacto. Nada es lo que parece en una trama donde las ertzainas toman el poder. Agentes de carne y hueso en una narración dotada de poderío y oscuridad.
'1793', de Niklas Natt Och Dag. Ya con ganas de leer '1794' cuando la traduzcan al castellano. De verdad ha sido todo un descubrimiento teniendo en cuenta que el 80% de los escritores escandinavos solo hacen best sellers vacuos, de usar y tirar. Este libro es oro puro. De un romanticismo oscuro y sin perdón. La vida no vale nada en Estocolmo, un lugar tétrico y repleto de seres malvados. Una joya.
'Dócil', de Aro Sáinz de la Maza. El escritor catalán ha dado forma a uno de los más interesantes investigadores de la novela negra actual, el disfuncional Milo Malart. Tras las joyitas imprescindibles que son 'El ángulo muerto' y 'El asesino de la Pedrera', llega 'Dócil', una vuelta de tuerca al sucio submundo por el que se mueven todos los personajes. La duda nos atenaza hasta el brusco final.
'Por la mañana me habré ido', 'Oigo sirenas en la calle' y 'Cold cold ground' es el póquer de ases de este enorme creador norirlandés llamado Adrian McKinty. De su genio ha surgido un agente peculiar, el católico Sean Duffy, bebedor, heterodoxo, intuitivo e incorruptible. Una novela negra ambientada a principios de los años 80 en ese Territorio Comanche denominado el Ulster. Tiene un sabor genuino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario